Pura Vida!

Desde Guatemala emprendía mi 2º viaje en una semana de más de 24h. Si bien esta vez elegí un autobús más confortable, el sinfín de fronteras hicieron de la travesía un camino interminabe: salida de Guatemala, todos a bajarse del bus, sello de salida en el pasaporte, paga lo que se le ocurra al aduanero de turno, revisión de equipaje... todo el mundo de vuelta al bus, "Señora! Hay tamales!! Empanadas 'calientitas'!!!"... arranca el bus, 50m, y vuelta a empezar! Entrada en El Salvador, bájate del bus, sello de entrada... Y así al llegar a Honduras, Nicaragua y aún peor en Costa Rica. Todo para un total de 36h.

Como recompensa a tan sufrido viaje, nada más llegar a San José cogí un bus hacia la costa Caribe. Mi destino era Puerto Viejo, donde pasé unos días disfrutando de las paradisiacas playas caribeñas con Iera y su amigo salvadoreño Rafa. Viajábamos en su coche por las playas y parques naturales de alrededor y pasábamos las noches durmiendo en hamacas en un camping en la playa, donde ayudábamos a barrer las hojas de la arena para no pagar el alojamiento. Así conseguí reducir los altos precios de la vida costaricense.

De Puerto Viejo crucé a Panamá, atravesando a pie el destartalado puente que separa las localidades de Sixaola y Guabito. Como despedida del Caribe (al menos hasta mi próximo viaje pendiente a Cuba, jeje) me dirigí a Bocas del Toro, a pocos km de la frontera. Desde Almirante una lancha me llevó a la isla principal del archipiélago y nada más llegar, la temporada de lluvias se hizo notar obligándome a pasar el resto del día en el hostal. Al día siguiente el sol volvía a resplandecer y pude tomar una lancha hasta Cayo Zapatillas. En la lancha conocí a Coco y Paz, una pareja muy simpática de Buenos Aires, con los que pasé el día haciendo esnórquel, viendo a los delfines y bañándonos en playas de postal.

Un bus nocturno me llevó hasta la Ciudad de Panamá, mi última parada en Centroamérica, donde volvería a reunirme con Sylvain y Hannes después de casi 2 meses. Como no tenía noticias de ellos, a la mañana me fui a visitar las esclusas del Canal de Panamá y, de paso, culturizarme un poco sobre el tema. Después me fui a visitar el Casco Viejo de la ciudad, y sus enormes contrastes con los rascacielos del nuevo centro, tan solo al otro lado de la bahía.

Cuando ya caía la noche e iba a dirigirme al aeropuerto para dormir allí antes del vuelo matutino, me dió por entrar a un cyber y casualidad Sylvain estaba conectado. Iba a pasar la noche con Hannes en un hostal y aunque le costó, consiguió convencerme para que fuera. ¡Y vaya una sorpresa al llegar! ¡Resulta que me tenían preparada una cena especial de cumpleaños!

El reencuentro fue emotivo, cada uno con mil aventuras que contar, y para finalizar la noche de celebraciones, nos fuimos de farra por las calles panameñas. Con karaoke incluido y todo!