Guate, Guate, GUATEMALA!!

Tras 30h de viaje desde Tulum (México) combinando autobuses, furgonetas, taxis... para un total de 9 transportes distintos, ya entrada la noche llegué en la parte trasera de una camioneta a Chichicastenango, en Guatemala.

El mercado semanal que tenía lugar al día siguiente (dicen que uno de los más grandes de todo Centroamérica), ya comenzaba a tomar forma y en uno de los puestecillos que se preparaban para la mañana próxima pude comer algo antes de retirarme a la posada donde me esperaba un merecido descanso. Por la mañana, desperté entre la luz del sol que entraba por mi ventana y el bullicio de las calles que indicaba que el mercado estaba en marcha. Pasé la mañana paseando por los puestos que se habían multiplicado y entre la insistencia de los artesanos mayas y lo irrisorio de los precios, me fue imposible volverme de manos vacías. Allí conocí también a Ane y Naiara, 2 chicas de Getxo, que compartían mi próximo destino y me fui con ellas al Lago Atitlán.

En San Pedro la Laguna, a orillas del Atitlán, un hermoso lago rodeado de impresionantes volcanes, pasamos un par de días de relajo. Además de perdernos caminando por las calles del pueblo, una mañana alquilamos unos kayak y nos fuimos remando hasta una playita a en la costa del lago.

Mi última parada antes de llegar a la capital era en la ciudad de Antigua, la que fuera capital del país hasta que los terremotos de 1773 hicieron que se trasladara la capitalidad a la actual Ciudad de Guatemala. El colorido de sus fachadas y su estilo colonial hacen de Antigua Guatemala una agradable ciuda. Sin embargo, allí me esperaba otra sorpresa. A través de mi amigo Iñigo (Urkijo para los colegas), que conoce a gente de todo el mundo, me pusé en contacto con Erandi, quien me invitó a pasar unos días en su casa de San Lucas Sacatepéquez, con ella y su madre.

San Lucas es una pequeña localidad entre Antigua y Guatemala, pero eso es lo de menos. Diría que lo realmente interesante de la experiencia fue poder convivir con una familia local y conocer sus costumbres y su modo de vida, pero tampoco es del todo completo. Lo que verdaderamente me llegó fue la manera en que Erandi y Yoli me acogieron, tratándome como a uno más de su familia (o incluso mejor), sin conocerme prácticamente de nada. Es toda una lección de vida el ver que existe gente así en el mundo cada vez más artificial en el que vivimos.

Mi último día en Guatemala lo pasé visitando el centro histórico de la capital, con 2 guías estupendas. Entre otras cosas, visitamos el Palacio Nacional, donde tuve el inesperado honor de realizar el protocolario 'cambio de la rosa', un acto diario que simboliza un compromiso de paz.

Así me despedía de Guate y ponía rumbo directo a Costa Rica, en lo que se había convertido en un 'Centroamérica Express'...