La entrada en Hong Kong fue estelar. Llegamos un sabado a eso de medianoche, pero no un sabado cualquiera sino el fin de semana de los Sevens, un campeonato internacional de rugby que congrega anualmente aficionados de todo el mundo. Y alli estabamos nosotros, con nuestras mochilas a la espalda, intentando buscar un hostal en las calles plagadas de gente. Y aunque eramos el centro de atencion de muchas miradas, el estado de embriaguez y los disfrazes rocambolescos de los elementos que habia por la calle, nos ayudaron a pasar un poco mas desapercibidos.
Asi, tras indagar un poco y tomarnos una birra para eliminar el estres de la situacion, acabamos tomando un taxi hacia Chungking Mansions. Este lugar mitico en Hong Kong (debe haber incluso una pelicula, 'Chungking Express') merece una breve descripcion. Se trata de un edificio de 16 pisos cuya planta baja es una galeria repleta de tiendas de electronica, ropa, comida india e indios dandote la paliza para alquilarte una habitacion. El edificio consta de 5 bloques, cada uno de los cuales tiene un ascensor para los pisos pares y otro para los impares, a cual mas lento. En los 2 o 3 primeros pisos hay algun restaurante y me dio miedo seguir mirando que mas. A partir del 4º piso puedes encontrar todo tipo de antros convertidos en habitaciones, celdas o dormitorios compartidos. Nuestra hora de llegada (3:30AM) no nos dejo mucho margen de eleccion y acabamos en un dormitorio en el piso 16. Habiamos encontrado el alojamiento mas barato de Hong Kong, tambien el mas mugriento.
Al dia siguiente asistimos al acontecimiento del mes, los Sevens. Entradas rebajadas para ver los ultimos partidos del campeonato. Aunque no entiendo ni papa de rugby, el ambiente era muy guapo y los partidos de 15min estaban acompañados de actuaciones muy pintorescas. Ademas con la ayuda de Sylvain, un autentico forofo, enseguida entendi de que iba la historia y para cuando llego la final ya estaba viviendolo como uno mas.
A la noche volvimos a la zona de bares, donde esta vez si nos integramos con la masa y disfrutamos a tope del tercer tiempo.
Esa fue nuestra llegada a Hong Kong. El paso de la pobreza y la humildad de donde veniamos, a la riqueza y el esplendor de una ciudad hiperpoblada donde reinaban los rascacielos y las luces de neon.
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Gozada de pueblo, si señor. Solo hay que ver los botellones que montan y como el compañero se ha integrado perfectamente, con cerveza a diestro y siniestro. Se os ha cambiado la cara. A ver la que montaís aquí.
ResponderEliminarUn saludo pichines.
Pd.- En la última foto no aparece ninguún cartel de El corte inglés. Y yo que pensaba que El Corte Inglés estaba en todos laos.