Durante nuestro vuelo a Lima, compartimos nuestras vivencias y hablamos de lo que había supuesto para cada uno de nosotros el viajar en solitario. Para mi había resultado una experiencia fantástica, que me había permitido conocerme un poco mejor y evolucionar en mi forma de relacionarme con las personas. Además de la profunda sensación de libertad. Es por eso, que propuse a mis amigos seguir viajando por mi cuenta, intentando juntarme con ellos de cuando en cuando.
Pasamos un par de días en Lima, más concretando nuestros planes que visitando la ciudad. De allí, Sylvain y yo partimos hacia el norte, a la localidad de Huaraz en la cordillera andina, mientras Hannes se quedaba atendiendo unos asuntos en Lima.
Si ya de por sí se me va un poco la olla, el juntarme con Sylvain acaba de rematar la faena. Después de 2 meses viviendo prácticamente a nivel del mar, viajamos de Lima (154m sobre nivel del mar) a Huaraz (3091msnm) por la noche, donde llegamos a las 7 de la mañana. En el momento alquilamos todo lo necesario para una expedición montañera, compramos provisiones para 4 días, preparamos el mochilón y nos lanzamos a la aventura, rumbo a Vaquería en la Cordillera Blanca, donde comenzaríamos el camino de Sta. Cruz por nuestra cuenta, sin sherpa ni burro que cargase con nuestro equipaje. A las 5 de la tarde del mismo día estábamos comenzando la caminata a unos 3800msnm. Mal de altura, ¿qué es eso?
El primer día apenas pudimos caminar un par de horas, y al caer la noche Sylvain ya empezaba a no encontrarse del todo bien. Al día siguiente nos esperaba el plato fuerte: el paso de Punta Unión a 4750m. A medida que ibamos cogiendo altura, el dolor de cabeza se hacía sentir e incluso la nariz sangraba levemente. Ya veíamos el paso allá en lo alto de la montaña, que se alzaba majestuosa ante nosotros y antes de comenzar la empinada ascensión, decidí detenerme ante un grupo que estaba ya montando el campamento en busca de algo que me pudiera aliviar el dolor de cabeza: un puñado de hojas de coca parecía ser la solución.
Comenzamos a remontar la última pendiente, y a esa altura realmente notas que te falta el oxígeno. Con una mochila de unos 12kg a la espalda, el dolor de cabeza que apenas se ve aliviado por mucha hoja de coca que masques, cada paso que das es todo un reto contra ti mismo. Es más, casi tienes que detenerte a cada pisada, porque andar y respirar al mismo tiempo se ha convertido en una ardua tarea.
Pero cuando alcanzas la cima y contemplas esto:
...sólo te queda callar y dar gracias por que exista algo así en el mundo y tú tengas el privilegio de estar ahí para contemplarlo con tus ojos.
Tras descender el imponente puerto, acampamos a las faldas de decenas de nevados a 4250m de altura, envueltos por un paisaje increíble, donde disfrutamos de una puesta de sol aún más asombrosa. Con la oscuridad, llegó el frío, que acompañado de los efectos de la altura nos hizo pasar una noche nada relajada.
El último día el camino era todo de bajada, y aunque resultó un largo día de caminata, la belleza de los paisajes que ibamos atravesando y un frío baño en la orilla del Lago Parón, amenizaron el viaje de regreso a Cashapampa.
Ya en Huaraz me despedí de Sylvain, que volvía de regreso a Lima para juntarse con Hannes. Yo me quedaría un día más en la cordillera antes de continuar mi viaje hacia el norte de Perú.
En mi último día en Huaraz, me dió por lanzarme de nuevo a la aventura, esta vez sobre 2 ruedas. Alquilé una mountain bike y me subí hasta el paso de Punta Callán, en lo más alto de la Cordillera Negra, donde las vistas del pueblo incrustado entre las dos sierras eran impresionantes. Los problemas comenzaron al emprender la bajada.
Por alguna extraña razón, había dado por hecho que mis veranos de mozo en el pueblo subido todo el día en una bicicleta, me capacitaban para hacer un descenso fuera de pista por una cordillera en los Andes. Estaba a punto de comprender que la broma iba a requerir un poco más de experiencia. La primera media hora pasé más tiempo en el suelo que montado en la bici, pero Huaraz se veía aún muy lejano y tenía que empezar a apresurarme. A medida que iba cogiendo confianza, las hostias eran más espectaculares y empezaban a tener consecuencias. En una me destrocé el dedo gordo del pie contra una roca. Creía que esa no la iba a poder superar, pero a la siguiente salí por los aires y la bicicleta quedó destrozada. Saqué el cambio de entre los radios lo justo para que la rueda pudiera seguir girando y poder continuar, aunque fuera sin pedalear, ya que la cadena había quedado atascada.
Así, la bajada fue más emocionante si cabe. Habiendo desistido de encontrar a alguien que pudiera ayudarme a reparar la bici en alguna de las chabolas salpicadas en la montaña, y contemplando la enorme distancia que me separaba aún del pueblo, seguí descendiendo por caminos empedrados y tirando de la bici mientras cojeaba cuando había algún repecho.
Asombrosamente, conseguí alcanzar el pueblo mucho antes de lo esperado y decidí no hacer ninguna locura más y dedicar el resto del día a descansar en el hostal. Al día siguente dejaría Huaraz para emprender mi camino hacia Trujillo. Todo un día de viaje en autobús, atravesando el sobrecogedor Cañón del Pato, hasta dejar atrás la sierra y alcanzar de nuevo la costa del Pacífico.
hola aventurero!!!
ResponderEliminarya te vale eh? mejor la proxima vez alquila la bici de ET o un triciclo... que no es tan peligroso.. :p
los paisajes son impresionantes!! pero en este caso, entre la caminata y el paseito en la bici (con sus correspondientes accidentes..)no me das mucha envidia.. jiji debe ser la primera vez q me pasa eh?
espero que sigas disfrutando y en tu linea, que no le tienes miedo ni al coco... ;)
un besu!!
Inés.
Bicis eran las de antes, aquellos hierros con faros cromados y "barra". En los descensos por caminos parecías un tanque y no se sabía si venía alguien detrás de tí de la polvarera que levantaban. Aguantaban los golpes como leonas, lo malo era cuando en el incidente tus "güitos" iban a parar a la barra. !!dios que dolor¡¡ para que luego digan que nuestros soldados reproductores son vagos, lo que son es paralímpicos después de tantos trastazos.
ResponderEliminar¿ No te has fijado en que los porteadores son todos bajitos? pues carga menos la mochila que sino te auguro el tamaño del tio Lucilo.
Cuando puedas hazte una foto con el de la camiseta verde, el Silvio o el Hano, para ver como va su tripilla,jeje.
Bueno biker, la próxima vez alquila un hierro y además de casco, coge más protecciones.
Bessssssssussss
Hola Jon..despues de mucho tiempo de no leerte..me actualizo de tus aventuras; solo pienso algo, que bueno que en casa no te di una bici jajajjaja..de Guate te fuiste completo :p Bueno sigue adelante y recuerda que aún te queda camino por recorrer.. lindas fotos, ya me las robaré... :D
ResponderEliminarun abrazo!
*amanecer*