En Trujillo tuve la suerte de conocer a Dani, Pachuco, Chereque y compañía, un grupo de “brothers” peruanos muy buena gente con los que pasé un gran fin de semana (chicos, lamento no haber vuelto por Trujillo, pero mis pasos me han llevado por otra ruta a lo largo y ancho del Amazonas).
Además de disfrutar de la noche trujillana con mis nuevos amigos, durante el día dedicaba el tiempo a pasear por las coloridas calles de estilo colonial y a visitar las ruinas de Chan Chan en las afueras de la ciudad. Esta antigua ciudad de adobe perteneció a la civilización chimú, que habitaba estas tierras antes del dominio de los incas.
También pude disfrutar de la rica gastronomía de la zona, degustando un sabroso ceviche. Este plato que consiste en marisco y/o pescado cocinados en zumo de limón, con cebolla y sal, es uno de los platos estrella de la cocina peruana, ¡y una exquisitez!
Incluso tuve tiempo de cultivarme yendo al teatro para ver el musical ‘Chicago’, que tenía lugar ese fin de semana con el objeto de realzar el arte y cultura en Trujillo.
Desde Trujillo partí de nuevo hacia la sierra, continuando hacia el norte y haciendo noche en Cajamarca, donde el inca Atahualpa fue capturado por el conquistador Francisco Pizarro allá por el siglo XVI. Salí temprano de Cajamarca para emprender un largo día de viaje rumbo a Chachapoyas, en el límite entre la sierra y la selva amazónica. A pesar de lo tortuoso de la “carretera”, lo escénico de la ruta con paisajes asombrosos de la cordillera andina compensó el día de viaje.
En Chachapoyas me volví a encontrar (tras su fugaz paso por Trujillo) con algunos de los amigos de Sergio que había conocido un par de meses antes en Santiago. Juntos fuimos a visitar la catarata de Gocta, aparentemente la 4ª más alta del mundo. Tras 3h de caminata por la montaña, al llegar a la base me dejé atrapar por la nube de agua que caía como un chaparrón desde 771 metros por encima de mí, sintiendo la grandeza de la naturaleza.
Sobre las 7 de la mañana del día siguiente, un fuerte sismo de 6,9 grados en la escala Richter y epicentro en Ecuador, causaba temblores por todo el norte del Perú. En nuestra habitación sólo se movió un poquito la cama, en plan niña del exorcista, pero fue suficiente para una primera experiencia sísmica. Tras un día de relajo y comida en el mercado de Chachapoyas me despedí de Anna, Natalia y David para adentrarme en la Amazonia rumbo a Tarapoto.
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hola!
ResponderEliminarviste que rapido? jejeje
ya no se que ponerte, todos los dias puede que sea lo mismo... todo es impresionante!
que rica la degustacion de marisco eh? asi ya se puede probar.. ;)
es toda una experiencia conocer gente de todo el mundo ademas de los diferentes paisajes y culturas.. ya me lo contaras detenidamente..
eso si, preferiria que no te anearan mucho los movimientos sismicos, si quieres eso, montate en un columpio... xD
sigue disfrutando y a tu vuelta ya sabes lo que tienes que conocer eh? :p
un besuu!!!!
Inés.
PD: Pablo, deja de leer tanto y escribele algo al chico... que cotilleas mucho y hablas poco..jejeje (esto es peticion de Jon) ;)
Inés vete tú a saber a que llama éste marisco después de todo lo que lleva probado. ¡¡ en fin!!
ResponderEliminarLos paisajes, tela de bonitos.
Con las caminatas que te pegas no quiero ni pensar, cuando estemos en el pueblo, la idea de dar un paseo contigo.
Muak,muak,muak......
jajajaja vete tu a saber ....
ResponderEliminaryo de las caminatas paso, lo espero en la sidreria si quiere ;)
un besuuu!
Aún no lo actualizas.. solo ví una foto de tu amigo de viaje por ahora.. jeje :D que estén bien.. y no te digo que se porten bien.. porque mmm no lo creo.. sería más creíble, no se porten tan mal jajajaja..
ResponderEliminarun abrazo a los dos!
*amanecer*